Peonía
Por favor no me abandones y a cambio te daré una fiel seguidora y creyente…
El pasillo que dirigía al altar estaba adornado de flores y
pétalos en tonos pasteles con un aroma sutil que acompañaba al séquito nupcial,
un par de pajes creaban una bella alfombra floral robando varios suspiros, las
voces del coro armonizaban la capilla y no fue hasta que entró la novia que los
invitados guardaron completo silencio. El vestido blanco y sencillo se ajustaba
al cuerpo de la novia, el velo transparente y liso caía por la espalda
descubierta y se expandía cubriendo los pétalos creando un efecto como su
fueran parte de la tela, el maquillaje sutil combinaba con el ramo de flores que
tenía en sus manos las cuales, aunque eran las mismas que adornaban el recinto,
tenían colores más vibrantes. Llegó al altar para encontrarse con su prometido
dejando ver la emoción en la mirada de ambos mientras el sacerdote dirigía la
ceremonia.
***
Había un ligero aroma floral que ambientaba la casa, los más
observadores notaban las distintas vasijas donde flotaban pequeñas esferas de
flores, algunas aun siendo botones, otras más abiertas. Todo invitado que
permanecía en el lugar hacía la observación del buen gusto y la armonía que
inspiraba el lugar.
-Tienes que pasarme el contacto de tu diseñador de
interiores.
Ella solo sonreía y cambiaba de tema de inmediato, quien
preguntaba suponían lo celosa que podría llegar a ser.
***
El sabor amargo y frutal del té le daba cierta tranquilidad
y confort a pesar del vacío que sentía en su corazón. Su esposo llegó corriendo
disculpándose por no haber llegado antes, tonterías de la oficina decía. Ella
solo miraba al jardín que tenía enfrente, le había dedicado toda su vida
marital a sembrar y a adornarlo con cuantas flores le permitía el clima de su
ciudad, silenciosas lágrimas seguían saliendo de sus ojos mientras colocaba el
té en la mesa de a lado y colocó las manos en su vientre sintiendo un vacío
más grande que el de su corazón.
Él se hincó colocando sus manos sobre las de ella llamando
su atención e intercambiaron miradas. Desde la lectura de sus votos se habían
acompañado y resguardado el uno al otro,
habían creado un lenguaje a partir de miradas y pequeñas facciones faciales sin
la necesidad de intercambiar palabras. Esa tarde sus ojos hablaron y solo quedó
el abrazo entre ambos mientras ella se daba permiso de romperse entre el llanto
y las esperanzas perdidas.
***
Había caminado sin rumbo como ya era su costumbre hasta que
llegó a la Calle San Antonio. Un grupo de mujeres se había reunido en el número
40 y sintió una fuerza que la atrajo a ellas obligandola a colarse mientras
entraban por el angosto pasillo antes de abrirse a la pequeña explanad;, ella
llevaba un ramo de flores el cual agarro con fuerza mientras las seguía. El
lugar se llenó de voces y risas mientras las demás se acomodaban alrededor
de la mesa y ponían su propio arreglo floral en medio, dirigieron su mirada a
la nueva integrante y a la par entre ellas para saber quien la había invitado,
no tardaron en darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
-Bueno… supongo que… bienvenida.
Ella miró hacía las flores de la mesa y luego a su arreglo.
-Yo…
-Yo soy Petunia- interrumpió la que le había dado la bienvenida –y ellas
son Arabis, Hortensia, Rosa y Jacaranda y este es El Club de las Flores
Marchitas.
Ella asintió con un movimiento ligero con la cabeza
entendiendo lo que pasaba ahí.
-Yo soy… -miró de nuevo las flores que cargaba y sonrió
ligeramente –Peonía.
Todas sonrieron dándole la bienvenida a Peonía quien se
acercó a la mesa acomodando el ramo de flores que tenía con el que estaba
colocada en la mesa.
Las Peonías la habían acompañado en los momentos y lugares
más importantes de su vida, eran las flores que decoraron el altar y el ramo de
su boda, las que armonizan cada rincón de su casa y le dan ese sabor tan peculiar a su
té que le causa confort.
Cuentan las leyendas que las Peonías simbolizan a la diosa
de la fertilidad, que aquella flor es portadora de la buena suerte y es capaz
de purificar a quien la lleve consigo o la beba. Ella conoció las leyendas y la adoptó
como símbolo de esperanza y prosperidad esperando algún día llenar su hogar con
pequeñas y alegres risas.
Pero la diosa la había abandonado pese a todas sus súplicas.
Aun así adoptó el nombre de la flor que tanto la había
acompañado en sus momentos felices, que le dio calidez a su hogar y que la
abrazó mientras su mundo se derrumbaba.
Aunque tú me abandones yo te seguiré dando una fiel seguidora
y creyente…
Moonverti
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