Tulipán

 Amanda miró la puerta verde durante varios minutos antes de atreverse a tocar, en su bolso había un anuncio de periódico recortado... El club de las flores marchitas… una semana antes había leído el anuncio en la contraportada del periódico que leía Luis sin imaginarse que ahora estaría frente a dicha puerta, el conjunto de letras apartadas de la nota principal eran tan pequeñas que parecían simples intrusas y habían pasado desapercibidas. Esa misma tarde había regresado cansada del trabajo esperando refugiarse en los brazos de su esposo después de la rutina, pero en su lugar encontró la espalda indiferente que siempre le daba la bienvenida seguido de dos sencillas palabras:


<<Te dejo...>>


En menos de 24 horas sus vacaciones de Navidad habían sido canceladas al igual que todas las invitaciones a bodas y bautizos de amigos y quedó sola en su recamara preguntándose qué había hecho mal. Después de la culpa vino la ira, cortó y quemó todas sus camisas y corbatas, las mismas que ella había acomodado en el closet para que se vieran perfectas tal y como a él le gustaba y después volvió el llanto.


Sus recuerdos fueron interrumpidos cuando sintió que la empujaban, una chica bajita y regordeta metió la llave en la puerta que Amanda tenía en frente, en cuanto el cerrojo cedió aquella mujer la miró a través de sus lentes.


-¿Vienes al club?


Amanda asintió con la cabeza y la chica sonrió.


-Ven, acompáñame -el pasillo era angosto pero al final conectaba con una pequeña explanada que conectaba con otros edificios, había varias macetas llenas de infinidad de plantas y flores y al fondo una pileta de agua. En medio una mesa redonda forjada con seis sillas de distintos estilos alrededor y al centro un florero con flores secas-. La verdad es que llegaste temprano y de imprevisto, no esperábamos nuevos miembros.


Aquella mujer cambió las flores secas con un ramo fresco que traía en mano.


-Ven, toma asiento, puedes usar la del cojín verde, es la que ahora está libre ya que Petunia no viene.


Amanda se sentó en el lugar que le habían indicado y al instante se sintió una intrusa, deseó preguntar quién había sido la tal Petunia y por qué había dejado de asistir, pero al mismo tiempo su instinto le dijo que se quedara callada.


-Ammm, disculpa -se animó a interrumpir a su anfitriona mientras quitaba las hojas secas de la mesa- yo soy...


-Oh, no, no, no -le interrumpió antes de que se presentara-, aquí no decimos nuestros nombres, es una de las reglas... pero no las conoces, claro...


Amanda aguantó la respiración, no sabía en qué lugar se había metido realmente, había llegado ahí solo con el fin de distraerse de los eventos de la última semana.


-Me puedes llamar Hortensia -Amanda asintió sin saber cómo responderle a su acompañante que no dejaba de sonreír-, y mientras llegan las demás puedes ir pensando en el nombre de una flor para presentarte.


-Supongo que "Rosa" ya está ocupado.


Hortensia se quedó callada y arrugó su nariz.


-Pues... ese nombre como tal, no, pero a Arabis no creo que le agrade.


-¿A quién?


-Arabis... es una de las fundadoras... pero no te preocupes, cuando lleguen las demás te presentaré a todas.


Amanda regresó a sus pensamientos, ahora se encargaba de pensar en un nombre para aquel lugar.


-Tulipanes... -susurró bajo.


-Mmmm, podría funcionar, te podríamos decir Tulip de cariño.


Amanda se sonrojó, deseó no haber hablado y cuando quiso retractarse de aquel nombre entraron cuatro mujeres, todas distintas y entre ellas una mujer alta, delgada, con mirada fuerte quien supuso Amanda que era Arabis.


-¡Chicas, bienvenidas! Tenemos una nueva integrante, ella es Tulipán.


Todas observaron a Amanda, quien se sonrojaba hasta las orejas y se ahogaba por dentro... había elegido como nombre la flor que Luis siempre le regalaba en su aniversario.


Moonverti


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