Petunia

Calle San Antonio número 40, esa era la numeración de la fachada más vieja y desgastada de la cuadra, sus muros altos de color amarillo veían los estragos del tiempo y la humedad y la puerta blanca con el cerrojo oxidado se volvía una prueba desafiante cada que había que meter la llave para abrirla. Esa tarde no fue la excepción, pero ella conocía tan bien aquella puerta de la cual solo tenía que recargarse un poco, empujar a un lado, tironear al otro para que la puerta cediera con su singular chirrido que para otras personas era molesto pero que para a ella era la señal de una batalla ganada… al menos aquella batalla la seguía ganando.

Caminó por el pasillo tranquila hasta que se abrió ante ella la pequeña explanada mostrando en medio una mesa redonda con siete sillas alrededor, sacudió y barrió las hojas secas del lugar antes de sentarse en su silla, le quedaban esos 20 minutos antes de que llegaran las demás, ese espacio entre la monotonía y el escape de la realidad: el Limbo, así lo llamaba; un momento en el que estaba consigo misma y la nada. Todo se volvía quietud y calma antes de que llegara Hortensia con un nuevo ramo de flores, su risa y cacareo suave la sacaban de su silencio de forma animada y era algo que de verdad disfrutaba. Cerró los ojos cuando sintió la ganas de llorar… 

Tres años…

Hace tan solo tres años se encontraba frente a la misma puerta dudando de si entrar o no. No recordaba cómo había llegado ahí y ni le importaba, solo se aferraba a su bolso, como si eso hiciera que el sobre que guardaba ahí no fuera a escaparse, como si las palabras impresas en algún momento dejarían de ser reales.

Escuchó las voces de tres mujeres acercándose sin entender bien de qué hablaban.

-¿Estás bien?

La mujer más bajita de las tres la miraba con preocupación y ella respondió con una sonrisa tímida y una evasiva.

-Hablan de flores ¿cierto?

Las tres se miraron con cierta duda mientras ella recordaba el jardín de su abuela el cual en primavera se pintaba de colores gracias a las flores, a ella le gustaba tocar los pétalos a escondidas y rasparlos con las uñas, oscureciendo su color.

-¿Petunia?

Hortensia había llegado con un nuevo ramo de flores regresando a Petunia al presente. Eran amigas desde hace tres años y era la única en el club en la que le había confiado el contenido de aquel sobre que aún cargaba siempre en su bolso, tal vez era aquel secreto lo que las mantenía tan unidas, de esas amistades en donde los silencios cuentan más que una obra completa.

-Le hace falta una manita de gato a la fachada, creo que el color verde le haría bien.

Hortensia solo asintió con la cabeza mientras acomodaba las flores en el centro de la mesa, aquella frase no era tanto para romper el silencio sino que era dar un anuncio único sin posibilidad a hacer más preguntas.

Cuando Petunia dejó de ir al número 40 de la Calle San Antonio ninguna de las chicas pudo ir a visitarla para saber cómo estaba, lo único que conectaba a las siete integrantes del club era el nombre de una flor que habían adoptado. No tenían idea de la dirección, ocupación o si tenían familia o más amistades que las procuraran, en realidad no sabían nada de la vida de ninguna de ellas, aquel club era su propio Limbo compartido. Lo único que tenían en común eran esas tardes de té, pláticas que parecían vacías y que las alejaban de toda realidad, las risas y la compañía de las aves en primavera.

Todas, excepto Hortensia, desconocían de lo que le sucedía a Petunia, de cómo aquella enfermedad dejaba una mancha imborrable en su cuerpo que se expandía así como cuando ella de niña raspaba los pétalos del jardín de su abuela, como si aquel acto fuera una propia profecía.

-Petunia, ese será mi nombre en el Club de las Flores Marchitas.

Hortensia, Arabis y Rosa sonrieron, aquel club apenas comenzaba y sentían una emoción inexplicable, pues tenían ya un lugar donde reunirse, un nombre y unas simples pero importantes reglas.

Ese era su nuevo nombre ahora.


Moonverti

Comentarios

  1. ¡Es increíble la forma de narrar! Y que intriga el saber cómo son cada una de las integrantes. Espero la siguiente entrega

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