Pausa

Estaba tan enfocada en mi trabajo, tecleando, analizando, capturando, que incluso las pequeñas pausas para tomar café antes de volver al tic tic del teclado parecían inexistentes por ser tan fugases. No escuché el momento en el que entraste a la habitación, fue hasta que sentí como agarrabas mi cabello y comenzaste a pasar tus dedos que te sentí. Tu mano en mi hombro dando una pequeña palmadita calmó el dolor punzante de las contracturas causadas por mi postura, la forma en que cepillabas mis chinos con tus dedos desenredó la maraña de pensamientos, toda esa combinación me permitió parar y cerrar los ojos para relajarme. 

Esa era tu forma de darme cariño, de reconfortarme. Nadie y solo tu tenías esa capacidad de silenciar mi llanto con pequeños apapachos.

No supe en que momento pasó pero sentí las mejillas húmedas, no había pasado ni un minuto cuando supe que no estabas ahí, de nuevo había regresado al inicio: a la soledad, al trabajo, a la monotonía, a la rutina... a seguir con el tic tic del teclado hasta que de nuevo mi pequeño capricho interno te llame para que reconfortes lo poco que queda de mi alma...

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