El otro par


Se hacía tarde y había un atajo, tenía tiempo que no lo usaba; aún recordaba la nota del periódico: "Aparece después de tres meses desaparecida..." sobre la foto de Amelia González, el comparativo de la foto de la búsqueda contra el encuentro podía llenarte de escalofríos, se había quedado grabado en su memoria: envuelta en una bolsa, un pie descalzo y en el otro un tenis desgastado. Desde aquel momento comenzó a levantarse temprano, pagar taxi, buscar otros atajos, todo lo necesario para evitar aquel lugar hasta que llegó el momento en el que olvidó la razón por la cual había dejado de tomarlo hasta esa mañana que se paró en la intersección que dividía el camino.

Rascó su brazo , respiró profundo, miró la hora y dio un paso hacía la derecha, dirección al camino corto, las casas parecían ser las mismas, los negocios no tenían cambio alguno, los colores eran tal cual los recordaba, aquel escenario familiar le trajo tranquilidad, cualquiera pensaría que si se presenta un crimen en un lugar quedaría la huella y cambiaría todo el entorno, o eso era lo que pensaba.

Se había sumergido tanto en sus pensamientos que se tropezó antes de girar la esquina, aquella pausa le regresó a la tierra y buscó la causa del accidente y lo vio: una zapatilla con tacón, sola, a media banqueta. Su lógica le pidió buscar el otro par pero se encontró con un tenis pequeño color azul, miró alrededor y encontró varios zapatos solos, ninguno con su par, regados en aquella esquina sombría y fue ahí donde la reconoció, la había identificado desde que vio la fotografía en el periódico y volvía a reconocerla en aquel momento. La habían llenado de flores, veladoras y fotos de todo tipo: había una chica de unos 20 años con una sonrisa y mirada alegre; en otra había una señora de 40 años, con el cabello recogido, vestía un traje sastre; un rostro lleno de arrugas y mirada vacía, le calculó unos 60 años a aquel señor; un niño de no más de 7 años que acababa de perder uno de sus dientes o eso pensó al ver su sonrisa chimuela... y las fotos seguían, todas distintas al igual que todos los zapatos.

Desde que salió aquella nota varias familias fueron a dejar un zapato de aquellos que habían desaparecido, uno solo, esperando que ese zapato llamara a su otro par y les trajera de regreso el otro como sucedió con Amelia, aunque sea así, aunque sea en aquellas circunstancias, solo pedían que volviera.

Ahí estaba aquella huella mientras todo el camino parecía que no había cambiado, en aquella esquina quedaba la marca del sentimiento de ahogo y a la vez de esperanza...

Moonverti

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